Cuando hablamos de tonos azulados en la
naturaleza, pensamos automáticamente en el mar y el cielo. Esto tiene una
razón de ser ya que el ojo humano al
percibir la luz solar, en la cual encontramos todos los colores, específicamente la notamos en tonalidades
azuladas debido a que los rayos del sol al llegar a la atmósfera chocan con
moléculas de nitrógeno presentes en el ambiente que dispersan la luz hacia
todas las direcciones con favoritismo hacia los azulados.
Es de esta
manera como vemos el mar con diversos
tonos que van desde el más oscuro en las zonas más profundas y los más claros,
llegando a ser casi imperceptible en algunos puntos de la orilla. Algo
similar ocurre con el cielo, salvo que su tonalidad azulada no varía por
las profundidades. Pero no es el sol
el único responsable de que percibamos al mar y al cielo en tonalidades
azulinas sino que hay otro factor que influye directamente en ello.
Se trata del ojo humano; te preguntarás
que hace el ojo humano para que tengamos la percepción de que el cielo y el mar
son de esas tonalidades, pues ello se debe a que nuestros ojos tienen mayor sensibilidad a los tonos azulados, enviando
al cerebro la señal de que aquella imagen que llega al mirar al cielo o el
mar está compuesta por diversos tonos azulados.
En general existen alrededor de 110 coloraciones
azulinas que nuestros ojos son capaces de ver y que nos transmiten
confianza, seguridad, calma y paz. Es por eso que tanto el mar como el cielo tienden a darnos
sensación de relajación y tranquilidad.